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En la ciudad perdida de Kreran todos saben que la profecía es real.
Los espejos ya no reflejan sus imágenes sino la de otros seres. Se mueven igual, actúan igual pero no son ellos.
Del otro lado, nuestro mundo sigue sin saber que los antiguos están regresando.
Una noche ellos atravesarán los espejos y los dos mundos ya no estarán divididos.
Este microrrelato participa del concurso organizado por La maldición del escritor