La espada reposaba en la pared de la antigua mansión. La miré y sentí un escalofrío al pensar todas las vidas que la legendaria espada había segado.
―Solo está descansando. Esperando el momento de volver―dijo mi anfitrión y me explicó la historia de la espada y las sangrientas guerras que luchó.
Esa noche dormí pensando en esas palabras. Soñé con paisajes oscuros y antiguos, seres horribles, y luchas entre hombres y bestias. La vi a ella, la espada, la tomé y corrí contra una bestia clavandole la espada en su cuello. La sangre negra corría por mis manos. Un chillido me despertó, no era el grito de una bestia, sino de un hombre. Abrí los ojos, estaba en el cuarto de mi anfitrión con la espada en la mano, llena de sangre.
―Volvió ―dijo él riendo.
Este microrrelato participa del concurso organizado por La maldición del escritor