Una tarde me alejé demasiado de la aldea, crucé el rio salvaje y me interné en el bosque gris. Escuché truenos y miré al horizonte. El cielo estaba despejado pero vi una nube a ras del suelo. Los truenos cada vez eran mas fuertes, la nube se acercaba.
Corrí hasta la aldea y avisé al jefe. De inmediato dio la orden de huir. La mitad de la aldea no hizo caso y se quedó. Los demás cruzamos el rio y nos asentamos en un nuevo lugar.
Regresamos unos días después, todo estaba destruido, los arboles cortados, amigos muertos. Esa es la triste historia de como gané mi nombre: Nube de tierra.