Él era tímido y ella también. Sus miradas se cruzaron y al mismo tiempo se evitaron.
Ella se apartó su mechón rubio y miró de costado, pero él ya no estaba. Bajó la mirada y cuando la levantó, se encontró con su sonrisa.
Él era tímido y ella también pero en el momento justo, eso no importa.
Este microrrelato participa del concurso organizado por La maldición del escritor